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jueves, 26 de abril de 2018

MI EXPERIENCIA

Por. Anali Huamani Espillco

Me conocen como la Mis Ana; actualmente vengo cursando mis estudios profesionales de Formación Inicial de Docente en el Instituto de Educación Superior Pedagógico Público “Puquio”, en el programa de Educación Inicial en el V Ciclo.
He elegido ser docente por vocación, estas son mis dos razones, me gustan los niños y he entendido la responsabilidad de formar nuevos ciudadanos que decidirán el futuro de nuestros pueblos. El año 2017 salí de ayudantia, fue una experiencia muy interesante en mi formación profesional porque tuve la oportunidad de visitar a la Institución Educativa Inicial "LA FLORIDA Nº 148". Cuando llegue a la institución esta un poco nerviosa. Llego la hora de ingresar a las aulas y a mi me tocaba con mi compañera, ingresamos y esperamos a que llegaran los niños y niñas a medida que llegaban ellos nos saludaban con un beso en la mejilla y colocaban sus mochilas a sus lugares y volvían para que marcen sus asistencia y después se ponían a jugar.La Maestra Lidia Crisostomo Guevara del aula me dio unos materiales para recortar al terminar empezamos con las actividades  correspondientes formamos a los niños para ir al baño con una canción y al regresar la maestra empezó a preguntarles que había desayunado y cada niño y niña respondían lo que habían comido y cantamos la canción de los alimentos a ellos les gustaban que cantaban tan fuerte.Ahí tuve la oportunidad de ver a la Maestra como realizaba sus clases y como podía dominar a sus alumnos en silencio pero había un niño que era muy travieso y no hacia caso nada solo le gustaba jugar y molestar a los niños. Yo no podía como controlarlo mucho y la maestra dijo que vaya afuera a jugar. Termino la clases y ya era de la lonchera todos los niños y niñas empezaron a sacar sus loncheras mientras ellos comían a mi la Mis me empezó a explicar o guiar en algunas que me sirvió de mucha ayuda.Debo resaltar, el trabajo que hacemos las maestras de Inicial, aunque muchos no nos puedan entender, el cariño y amor que mostramos al trabajar con nuestros niños y niñas, eso es una buena maestra.Hoy, entiendo el lema que como maestra aprendemos en las aulas “todo con amor, nada por la fuerza”; como no entender a nuestros maestros que comparten día a día sus experiencias, recuerdo una anécdota de mi maestra  de Práctica Profesional, quién desde su experiencia a sabido guiarnos en la forma como desenvolvernos en distintas circunstancias y si no las cumplía, nos llamaba la atención; hoy entiendo mejor el porque nos regañaba por bienestar de nosotros.
De igual manera, como no agradecer a mis compañeras que hoy forman parte de mi vida profesional, adelante compañeras si podemos lograr nuestras metas con esfuerzo y dedicación todo se puede.




viernes, 20 de abril de 2018

MI SEGUNDO CUENTO



LA PRINCESA Y EL GUISANTE


Hace mucho tiempo vivía un joven príncipe en una tierra lejana. Pero no era un príncipe feliz, pues no lograba encontrar una verdadera princesa con quien casarse.
Durante un año navegó por los mares del mundo en busca de su novia perfecta. Visitó palacios en Persia y Perú, castillos en China y España. Pero no encontró el rostro apetecido. Cuando volvió a su país el otoño estaba ya dando paso a un invierno frío y gris. -Sí, sí, pequeña, por supuesto que lo eres -sonrió el rey-. Bueno, pero será mejor que entres; aunque jamás he visto una princesa llegar sin un gran carruaje.
-¡Eres demasiado exigente! -le decía la reina- Te he presentado a las princesas más hermosas, más inteligentes y más encantadoras del mundo, pero ninguna ha colmado tu deseo.
-Te estoy muy agradecido, madre -respondía el príncipe- Es muy difícil encontrar una verdadera princesa. Pero, estoy seguro de que algún día la hallaré.
En lo más profundo de su corazón intuía que en alguna parte, antes o después, la encontraría. Nunca dejaría de buscarla.
-He conocido muchas jóvenes que se dicen princesas-explicaba- El mundo entero las llama princesas. Algunas son muy hermosas, otras muy inteligentes. Muchas son encantadoras. ¡Pero mi princesa tiene que ser todo esto y mucho más!
Una noche, poco después de su regreso, hubo una tormenta terrible. Rugían los truenos, centelleaban los relámpagos y un viento helado se colaba por las ventanas y puertas de palacio. El príncipe se había ido a dormir, mientras el rey y la reina leían en la planta baja.
El viejo rey sintió un escalofrío y acercó su silla al fuego.
Dijo:
-Me alegro de estar aquí bien abrigado. Sentiría mucho que alguno de mis súbditos se encontrara en la calle con este tiempo.
-Nadie que tenga un poco de sentido común habrá salido en una noche como ésta -contestó la reina.
No había terminado de decir esto cuando se oyó un golpe en la puerta, y luego otro más fuerte. El rey se apresuró hacia la entrada. Quitó todos los cerrojos y abrió. Una ráfaga de viento llenó el vestíbulo de aguanieve, mientras un relámpago iluminaba la estancia.
—¡Birr! -dijo el rey temblando de frío-. ¡Dios mío! ¿Quién eres tú? ¡Oh, pobre niña!
Allí, en la puerta, en medio de la tormenta, se encontraba una hermosa joven. Su vestido estaba empapado y sus zapatos cubiertos de barro. Sus cabellos largos y dorados chorreaban agua sobre sus hombros.
-Soy una princesa -respondió la desconocida.
“Ni yo”, pensó la reina. “Pronto averiguaré si es “una princesa de verdad o no.”
Así que, mientras la joven se calentaba junto al fuego disfrutando de una buena cena, la reina y sus doncellas se pusieron a trabajar en los dormitorios. Primero quitaron toda la ropa de la cama de una de las habitaciones para huéspedes. Luego, la reina colocó un guisante seco debajo del colchón. Vaciaron todos los armarios de palacio hasta que reunieron otros veinte colchones, y uno sobre otro los colocó encima del guisante.
Había colchones de todos los colores del arco iris, de todas las formas y tamaños, y cualquiera de ellos era suficientemente grueso como para que una persona normal pudiera dormir sobre él con absoluta comodidad. Podéis imaginar qué espectáculo más extraño.
-Ya está -dijo la reina-. Ahora comprobaré si es una princesa de verdad o no.
-Te he preparado una cama -dijo a la encantadora joven- Estoy segura de que pasarás una buena noche.
La niña subió a los aposentos, se puso un camisón y tuvo que usar una escalera para trepar a su cama.
Durante la noche cesó la tormenta. A la mañana siguiente, cuando el bello huésped bajó a desayunar, la reina sonrió para sus adentros.
-¿Cómo ha dormido mi querida princesa?
-le preguntó mientras la joven se sentaba a la mesa.
-Lamento deciros que no he dormido nada bien -respondió la desconocida- Ciento parecer descortés, pero es que aun con todos esos colchones me sentía muy incómoda.
-Es imposible -dijo el rey- ¡Te dimos la mejor cama de todo el palacio!
La joven se sonrojó, temiendo haberse mostrado desagradecida.
-Bueno, pues me sentía como si estuviera acostada sobre un guijarro. Y esta mañana he amanecido toda amoratada.
La reina apenas podía creer lo que estaba oyendo.
-¡Entonces eres una princesa de verdad! -exclamó-. Sólo una persona de sangre real puede tener una piel tan delicada y sensible. Sólo una auténtica princesa puede sentir la molestia de un guisante, colocado debajo de veintiún colchones.
Eso fue también lo que pensó el príncipe. Cuando bajó a desayunar, apenas miró a la hermosa joven supo inmediatamente que ella era la esposa con la que él había soñado. No necesitó presentación. No necesitó guisante ni colchones como prueba. Su corazón le había dicho desde el primer momento que había encontrado a su princesa.



MI CUENTO FAVORITO


EL PESCADOR Y LA SIRENA

En unos a arrecifes cercanos a la costa norte de Alemania vivía una sirena de extraordinaria belleza que con su voz y el collar de perlas que lucía en su cuerpo encantaba a los pescadores hasta hacer naufragar sus barcos. Lo cierto es que como todos los que se acercaba a ella, morían hundidos en sus embarcaciones nadie sabía acerca de su existencia y desconocían el porqué de aquellos hundimientos. Solo un hombre, un viejo pescador había logrado percatarse de la causa de ese misterio, y día tras día espiaba a la sirena, en un intento de conocer sus rutinas y sus poderes.
Un día, cuando el anciano sentía que la muerte lo atrapaba, llamó a su único hijo y le comentó acerca de su descubrimiento y los terribles poderes de los que era portadora la sirena. De tal forma, le hizo prometer al chico que tras su muerte alertaría a todos los pescadores y, sin contarles de la sirena, evitaría que los pescadores se acercaran a los arrecifes. Aterrado por lo relatado por su padre y en post de cumplir su promesa, el joven prudentemente dijo al resto de los pescadores que no fuesen a pescar a esa zona. Nunca explicó exactamente el por qué, pero lo cierto fue que tras el avisa, las naves se alejaron de esos arrecifes y los naufragios dejaron de suceder. Sin embargo, el joven temía que alguien pasara del aviso o no lo conociera. Por eso, lo que debía era atacar el problema desde la raíz y para ello debía encontrar a la sirena y terminar con la fuente de sus poderes.
Después de varios días espiando los arrecifes donde merodeaba la sirena, en un intento de atraparla, se dio cuenta que aquella criatura era muy escurridiza pues nunca la veía. En una ocasión, cuando ya casi se daba por vencido, vio un libro abierto sobre unas rocas y lo tomó. En realidad no sabía leer y como era de esperar no podía comprender lo que allí había escrito, por lo que pretendía dejarlo tirado allí. De repente alguien le gritó:
-¡Déjalo ahí, ese libro es mío! ¡Déjalo o te acordarás de mí!
Era la sirena que de manera desenfrenada se acercaba a él. El joven pescador se dio cuenta de que lo contenido en aquel libro era de gran importancia para la sirena, tal vez eran sus hechizos. Corrió para ponerse a salvo; se alejó de las costas pues por tierra la sirena no podía seguirlo. A sus espaldas escuchaba cualquier tipo de ofrecimientos:
-¡Te daré todas las perlas que quieras!-gritaba la sirena.
Ya en calma, el pescador trató de descifrar el contenido mágico pero no era capaz de comprender nada; debía buscar a alguien que supiera leer y quisiera ayudarlo. En todos los alrededores solo una chica sabía leer. Se dirigió a la isla donde vivía; era un pueblo pequeño por lo que la encontró con facilidad. La chica lo reconoció de inmediato; sabía de sus anuncios acerca de los peligros que se albergaban en los arrecifes.
El joven, deslumbrado por su belleza, le contó lo sucedido y la chica aceptó ayudarlo. Sin embargo, las palabras estaban escritas en un dialecto extraño y precisaba de tiempo para descifrarlo. De tal forma, ambos acordaron reunirse cuando ella conociera la información. La señal del encuentro sería una fogata; una vez que vera las llamas el joven debía cruzar el mar para verla. Esta operación se repitió varias veces, lo cual fue advertido por la sirena quien descubrió que el pescador estaba prendado por la chica. Decidió que la manera de vengarse era a través de ella. Una noche, empleando uno de los hechizos que recordaba, cubrió la isla donde vivía la muchacha de una niebla que impedía que el pescador viese las llamas prendidas por la joven.
Asombrada por tanta neblina, la lectora se acercó a las aguas en un intento de divisar la embarcación del muchacho. Resultó que en ese momento, la sirena la atrapó, tomó el libro y la asesinó con la fuerza de su mirada. Cuando desapareció la niebla, el muchacho vio el fuego y asustado acudió a donde la chica. Al llegar la encontró muerta en la arena; la abrazó y lloró sin parar esa noche. Según cuentan, al otro día, los pescadores encontraron a los dos jóvenes abrazados convertidos en roca. Las lágrimas del chico enamorado se habían convertido en perlas, hermosas como las de la sirena.